Un mundo mejor.

Una amiga mía me dijo ayer: «Estoy más confundida que nunca; no sé qué quiero en este momento de mi vida». Un amigo mío está atravesando varias crisis de ansiedad debido a la carga económica familiar. Otra amiga se empezó a intoxicar con comidas que nunca le habían hecho daño, y cuando esto sucede, se enfrenta a un ataque de pánico que la confronta con la muerte. Tengo otra amiga que, a pesar de haber trabajado toda su vida, hoy siente mucha inestabilidad porque el dinero no le alcanza. Y tengo otro amigo que, aunque se entregó enteramente a una nueva relación después de sanar por años su anterior decepción, ha vuelto a ser decepcionado por su nueva pareja.

Tengo otra amiga que soy yo, que, aunque he vivido muchísimas experiencias fuertes, que en este post no enumeraré, tengo que confesar que mi cuerpo también atravesó crisis de ansiedad, ataques de pánico, depresiones y un largo etcétera más.

Pero algo que me pasó en estos últimos años es que entendí que cada una de las experiencias vividas venían a enseñarme algo. Y que cada aprendizaje es digno de ser agradecido. Hoy, mi percepción de la vida no busca culpables; hoy, mi percepción de la vida agradece el reto. Esto puede sonar muy cliché, lo sé, pero lo entendí desde otro lado. En una formación me dijeron: «Tú eres creadora, todo lo que te sucede, lo estás creando tú».

Desde ese momento, mi vida se removió, mi vida cambió. Mientras me rascaba la cabeza, yo pensaba: «¿Cómo puedo crear yo que alguien me trate mal si yo lo traté bien? ¿Cómo puedo crear yo enfermarme para no ir al gimnasio?», y muchas más preguntas me asaltaron durante varios meses. Pero de pronto, lo vi. Y eso fue como magia, porque empezó a cambiar mi visión de la vida y mi vida.

Y es que, cuando uno se sabe creador o creadora de todo lo que le sucede, entonces pasan dos cosas: sales rápidamente del papel de víctima (él me dijo, él me hizo, ¿por qué ella no dijo?, es que ella pensó y no…), dejando de buscar culpables para lo que te sucede, y además te vuelves protagonista de tu propia historia porque recuperas tu poder.

Siguiendo por esta línea de hacernos protagonistas de nuestra propia historia, es importante entender que estar conectados coherentemente con nuestro ser es lo más importante. En principio, para saber cómo alinearnos a nosotros mismos y encontrar esa coherencia, podemos ayudarnos haciéndonos estas preguntas: «¿Cómo me siento con esto? ¿Por qué siento esto? ¿Quiero hacerlo? ¿Lo hago por los demás o porque me hace bien a mí? ¿Esto está trayendo calma a mi vida? ¿Quiero realmente esto? ¿Del 1 al 10, cuántas veces me siento bien en el día? ¿Qué consigo con esto?»

Si todas esas respuestas te llevan a encontrar un hilo de coherencia, entonces adelante, pero si te hacen ruido, detente un poco y sigue sintiéndolo. Sentir es conectarse con tu cuerpo también. ¿Qué sucede cuando vas por un camino y de pronto te salen ronchas, te enfermas, te duelen partes del cuerpo, te pones muy triste, se te quitan las ganas de vivir? Entonces es momento de cambiar la dirección o agregarle algunos cambios pequeños a esa dirección; cada caso es distinto. Pero lo que sí es muy probable es que tú estás creando estas situaciones para darte cuenta de que por ahí no es.

Recuerda que la vida es una, ya sé que suena a cliché otra vez. Pero es cierto. Mi primo murió a los 41 años de la noche a la mañana apareció un cáncer que consumió sus últimos dos años de vida. Mi abuela murió a los 82 años luego de 15 años de padecer Alzheimer. ¿Cuántos años tienes? ¿Cuántos crees que te quedan por vivir? ¿Cómo quieres vivirlos?

Espero que tu respuesta no sea: quiero vivir orientado o pensando en qué será lo mejor para los demás, o en qué dirán los demás si es que hago lo que yo quiero. Si sigues por ahí, es muy probable que la vida te siga poniendo en situaciones que no deberías vivir. Te mereces todo. Eres creador, eres creadora. Eres uno con Dios, con el universo o con lo que creas que nos puso aquí. ¡Date tu lugar, recupera tu poder!

Entiende que todo está conectado, que somos energía y que lo que nos pasa a uno, nos pasa a todos. Cuando uno sana, ayuda a que los demás sanen. Enfoquémonos en el proyecto de un mundo mejor.

Deja un comentario