Dejé de escribir hace algún tiempo porque dejé de tener ganas. Y, tengo como regla fundamental: ¨NO HACER NADA QUE NO QUIERA¨.
Resulta que dejé de tener ganas de muchas cosas, como salir con mis amigos, ver a mi familia, hacer ejercicio, disfrutar de algún hobby, cuidar mi alimentación, comprarme ropa, aprender algo nuevo, escribir en el blog, disfrutar de un atardecer, disfrutar de mí, disfrutar la vida… ¡Oh, no! Eso fue, ¨dejé de disfrutar la vida¨.
Llegué a un punto en el que, para NO SUFRIR, me cubrí de muchas capas. Era la súper heroína de mi propio cuento. Me creí súper fuerte, cuando en realidad había desarrollado infinidad de escudos para cualquier tipo de situación; estaba SUPER BIEN, estaba SUPER BLINDADAAAA.
Pero no crean que no me lo cuestionaba. Aunque mi mente hacía lo posible para convencerme de que ese era el camino correcto, algo de lo que nunca pude alejarme fue de escuchar a mi corazón, que muy, pero muy a lo lejos, aunque él me gritara y yo lo escuchara casi como un susurro, un día me dijo: ¨¡Estás muy lejos, ¡vuelve!¨.
Tenía que terminar aquella batalla interna entre la Súper Heroína Blindada de cuanta máscara/escudo encontraba y mi hermoso corazón que nunca pudo quedarse callado, e hice algo automático, compré un pasaje para irme muy lejos a un retiro de transformación de 7 días con Covadonga Pérez Lozana (coach experta en autoconocimiento, autoestima, relaciones, inteligencia emocional y espiritualidad). La propuesta era hermosa, tendría 7 días para callar todo el ruido a mi alrededor. Me iba a otro país en donde no conocía a nadie y podría ser libre de decir todo lo que sintiera sin pensar en nadie más que en mí. Iban a ser las vacaciones conscientes perfectas, pensé.
Llegó el día y me fui. Por primera vez dejaba a mi china hermosa por más de 3 días, pero algo me decía que era mejor ahora que después y que los resultados nos beneficiarían a las dos. Solté. Dejé su cuidado en manos de las personas que la aman tanto como yo y me fui. Por primera vez no me sentí indispensable en la vida de nadie. Abracé mi vida y nos fuimos mis miedos, mi corazón y yo.
Sobre lo que viví, solo puedo decir (en este post) que el universo es demasiado perfecto, que todo sucede a su tiempo y que todo tiene un porqué. Cada una de las cosas que me pasaron esos 7 días fueron necesarias, reveladoras y precisas. No puedo estar más agradecida. También yo puse mi cuota de apertura, reflexión y aceptación.
Si yo les contara la historia de una chica que fue a montar a caballo en un día soleado y de pronto un rayo (aislado de cualquier aviso de tormenta o mal tiempo), cayó muy cerca de donde estaba, asustando al caballo quien se puso en dos patas y la aventó con todas sus fuerzas al piso, ¿me creerían? Bueno, esa era yo casi al 5to. día de retiro en una de las actividades de distracción propuestas. De pronto yo estaba tendida en el piso con los ojos cerrados (porque la última imagen que vi fueron muchos caballos asustados corriendo alrededor mío). Estaba yo ahí, gritando con todas mis fuerzas: ¨¡Ayuda, ayuda, ayudaaa…!¨. Palabra que en todo este tiempo NO pronuncié mucho, pero necesité decir TANTAS veces (y estoy hablando de 35 años cuando digo todo este tiempo).
Uno de mis escudos emocionales era seguir como caballo de carreras, corriendo para aquí y para allá, sin detenerme mucho a sentir, a menos que la situación sea tan extrema que así lo amerite. Tanto así, que tuve que tener descanso médico en un retiro (imaginen la señal extrema que me mandó el universo). Otro escudo emocional, era sentir que podía con todo y no pedir ayuda en el momento correcto. Al último al que ya le había tomado cariño, era el de justificar todo para negar el dolor.
Me fui con muchos descubrimientos, uno de los más importantes fue el de sentirme merecedora. Así es, merecedora de atención, de respeto, de cariño, de abundancia, de perdón, de crecimiento, de salud, de calma, de tranquilidad, pero sobretodo, de AMOR.
Y el gran aprendizaje fue: «Dejar de vivir en el miedo y empezar a vivir en el amor, aceptando mi luz y mi oscuridad». Suena fácil, pero no lo es, el camino es muy largo aún. En siete días pude verme, pero el trabajo real estará ejecutándose hasta el final de mis días, porque cuando descubres cuál es tu propósito, todo va teniendo sentido y las piezas del rompecabezas van acomodándose como por arte de magia.
Seguiré informando desde el amor. Ahora podría llamarme la Super Heroína sin Caparazón, que anda con el corazón expuesto y el que lo quiera cuidar tanto como ella lo necesita cuidar, será bienvenido para disfrutar de esta vida con propósito, de esta vida consciente.

Inspirador!!!
Gracias por compartir!
😊✨
Me gustaMe gusta
Un abrazo Flavia.
Me gustaMe gusta
Hola, me siento identificada quisiera irme a un retiro así si tienes alguna información que me pueda ayudar te lo agradezco
Me gustaMe gusta
Hola Liz, sigue a Covadonga Pérez Lozana, ese es el mejor dato que te puedo dar. Un abrazo.
Me gustaMe gusta