El poder de mamá tras la separación

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Ser mamá no es fácil, ser mamá separada o soltera muchísimo menos. La primera vez que mi corazón se rompió y me debilité muchísimo, fue cuando tuve que dejar a (en ese entonces) mi esposo, mi hija y mi perro solos, en la casa de mis suegros (hoy ex-suegros). No quiero detallar lo que sentí, porque ese no es el tema de este post. Pero algo que tengo que rescatar es que de toda situación podemos sacar grandes aprendizajes.

Probablemente, yo iba camino a ser una madre primeriza un poco sobre-protectora (es entendible, todo es nuevo, los miedos se apoderan de nosotras y en vez de asumir que son nuestros, limitamos a los niños con estos). El papá de Julieta siempre me ayudaba con esto, ¨tranquila, ella puede sola¨, ¨no pongas esa cara porque también le dará miedo intentarlo¨ y así sucesivamente. Pero de pronto, ya no estaba para hacerlo.

Ahora voy a retroceder, para contarles cómo logré calmar mi tristeza y ansiedad ante la idea de que no iba a poder compartir todos los días y momentos de mi hija a su lado. Porque, obviamente de un tiempo en adelante ella tendría un espacio con su papá (que además ya he mencionado es un buen padre, por ahí no va el tema). Pues bien, una amiga me dijo. Cuando se vaya imagínate que tú tienes que trabajar y la vas a dejar al cuidado de su papá y punto. Y pues, ese fue un súper consejo. Me dijo, también: ¨olvídate, nunca vas a poder estar en todos los momentos de tu/tus hij@s¨. Y pues, tenía razón. Hay días en los que tengo que pedir ayuda a mis papis o mi prima para que me ayuden con Julie, pues NO, no estarás todos los días con ellos.

Este pensamiento de alguna manera me calmó la tristeza. Ya, pero ¿y la ansiedad? Vamos por el principio, me pregunté ¿por qué sentía ansiedad? Las razones eran dos: porque le pase algo cuando yo no la vea, porque me extrañe y yo no esté.

Entonces lo segundo, se solucionó fácil, su papá o sus abuelos me iban contando cómo la iban notando en el día y también usamos la tecnología para verla por camarita cada vez que ambas quisiéramos, no era lo mismo, pero algo es algo.

Y para lo primero, pues, me volví una madre mucho más responsable. Creo que todos repetimos como loritos el rollo de: ¨yo quiero ayudar a que mi hij@ sea el mejor y sea un buen ser humano¨. Lo digo así porque yo también lo creía cuando Julie nació. Pero, ¿realmente hacía algo desde chiquita para que esto suceda? Pues, déjenme decirles que NO MUCHO.

Cuando me separé, empecé a ver la maternidad de otra manera e implementé algunos cambios que he intentado cumplir a cabalidad.

1. El tiempo con mi hija, es el más valioso del mundo. No existe celular, no existe cansancio, si existen nuevas experiencias juntas, si existen mil maneras de jugar, si existen rituales, rutinas, conversaciones, etc. Esto nació porque ahora la tengo la mitad del tiempo, pues voy a darle en este tiempo, lo mejor de mi, que se quede llenita del amor de mamá, que le sobre contención cuando yo no esté (era lo que pensaba yo cuando empecé a hacerlo así).

2. No te llenaré de miedo, te llenaré de poder: si antes yo tenía miedo a que le pase algo cuando estaba conmigo, imagínense el miedo a que le pase algo cuando estaba sin mi. Entonces en vez de seguir guiada por esos miedos, lo que hice fue callar a esa loca miedosa (que me atormentaba) y decidí educar a mi hija con la VERDAD e instruirla sobre cómo hacer las cosas. Le di información, le di explicaciones, le dediqué tiempo a enseñarle cuáles son los peligros, los riesgos, le di libertad para que se equivoque conmigo y luego reflexionemos sobre cómo le conviene más utilizar su cuerpo para cuidarse ante ciertas situaciones. Parecía extraño ver en la sala de mi casa como mi mamá o mi papá se preocupaban muchísimo porque Julie se fuera a caer haciendo algo ¨arriesgado¨ y yo no me inmutaba, haciendo que ella confíe en si misma y si no resultaba, pues ahí estábamos las dos, para reflexionar sobre qué salió mal.  En resumidas cuentas, la llené de PODER. Un poder que hace que ella hoy por hoy llegue siempre saludable a casa, que ella misma diga: ¨esta bebida está muy fría mejor caliéntamela porque me siento un poco malita¨ o ¨voy a intentar treparme ahí, ¿podrías venir para ayudarme si es que no puedo?¨, entre tantas cosas.

Mi niña es una niña consciente, es una niña que sabe lo que quiere y lo que no quiere y lo argumenta muy bien, es una niña que pregunta todo y quiere conocerlo todo, pero que a la vez se cuida.

Yo, hoy por hoy, solo soy su guía. Soy su entrenadora de vida. Y para eso, yo siempre tengo que ser la mejor versión de mi misma. Y en esas ando, todos los días. Porque como comencé diciendo, ser mamá no es fácil, ser mamá soltera o divorciada menos. Pero ser mamá y no ser consciente de lo que tu rol significa, eso es un ERROR, que puede costar muy CARO y eso si será mucho más difícil de resolver a la larga.

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