La ¨SAGRADA INTUICIÓN¨

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Uno de los tesoros más grandes que tenemos los seres humanos, es nuestra intuición. Aquella que no tiene nada que ver con el pensamiento racional. Aquella sensación que parece mágica y que te hace actuar en ciertos momentos de maneras que probablemente no puedas explicar, pero que luego le encuentras todo el sentido del mundo. Saben que existen muchos testimonios de personas que tras ser asaltadas o violentadas en un taxi, declaran que antes de ingresar al auto, se les pasó por un segundo en la cabeza que NO DEBÍAN HACERLO, pero no le hicieron caso a aquella ¨voz interior¨.

Estoy segura que como padres, coincidirán conmigo en que no quieren que nada malo les pase a sus pequeños. Siempre pienso que no debemos quedarnos en el MIEDO, sino todo lo contrario, tenemos que transformarlo en iniciativas para estar cubiertos en la medida de lo posible y que nuestros temores no se cumplan. Yo creo muchísimo en la intuición, no solo porque muchas veces me fío de ella para tomar decisiones y me funciona, sino que está determinado psicológicamente por una parte de nuestro cerebro (explicación que probablemente sea muy extensa para un post como este).

Es así como, fomentar que mi hija utilice ese don maravilloso llamado INTUICIÓN, es parte básica y fundamental de mi crianza. Pero tan chiquitita, ¿cómo la ayudo? Bueno eso es algo que me he estado preguntando desde que nació y sobretodo en la sociedad en la que nació, en donde hay mucho ruido exterior y poco espacio para la escucha interior.

Pero adivinen quién me ha dado todas las respuestas: ella misma, he llegado a algunas conclusiones mediante la observación de su conducta que hoy quiero compartir.

Cuando era bebé, observaba que a veces la cargaban ciertas personas y ella lloraba (cuando normalmente no lo hacía). Era extraño, porque eran personas que la querían mucho. Por eso, tuve que ir un paso más allá: observar a esas personas. Al final, me terminaba dando cuenta que emocionalmente no se encontraban tranquilas en esos momentos (por algún suceso ocurrido quizá minutos antes). Entonces, primer aprendizaje: mi hija, percibe todo, ella es un crack.

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Cuando fue creciendo y hasta ahora, cuando conoce a nuevas personas, Julieta se toma un tiempo, en el que mira de reojo, pone cara seria, no saluda, parece que está en otra pero está escuchando, sintiendo y observando todo de esa persona (eso a lo que popularmente nos referimos como: ¨te está midiendo¨). Han habido momentos en que cuando las personas se acercaban a darle un beso o a cargarla (esos amigos o familia que no se aguantan las ganas), ella salía llorando o se molestaba. Entonces, segundo aprendizaje: mi hija necesita tiempo para habituarse, observar, sentir.

Sabiendo todo esto, hay cosas con las que la apoyo o ayudo a gestionar, como por ejemplo:

  1. Si sé que va a conocer a alguien nuevo, sea adulto o niño, voy con ella al lado y la observo, si no tuvo la iniciativa de saludar, pues digo: ¨disculpen, es que Julieta se toma unos minutos para ubicarse y luego interactuar¨ (cosa que he observado la relaja). A veces, cuando no me entienden y siguen intentando robarle una frase, una sonrisa, o lo que sea (y veo incomodidad en ella), digo: ¨no le hagas caso, espera 5 minutos a ver si quiere darse a conocer¨. Si en algún momento recibo comentarios del tipo: ¨ah es que está chúcara¨, ¨ay no, mejor voy a buscar a otra niña que me salude¨, etc. Refuerzo con: ¨a ver, ¿cuando llegas a un nuevo trabajo y te piden unas palabras, lo haces rápidamente y sin sentir ningún temor? No, ¿no? Entonces no le pidas algo parecido a ella que solo tiene 3¨. Obviamente estamos hablando de gente que conozco y con la que tengo confianza y sé que me van a entender. Con la que no, quizá reaccionaría distinto.
  2. Nunca la obligo a saludar con o sin beso a nadie nuevo. Porque generalmente el beso o saludo se da en aquel inicio contado en el punto anterior. Siento que no forzarla a algo en la interacción de inicio con terceros puede ayudar a que en un futuro ella no se vea obligada a hacer nada que no sienta correcto. Esos segundos en el que se ubica y en el que el diálogo es sólo con ella misma y lo que va sintiendo son valiosos. Si luego se siente tranquila, pues la ayudo para que interactúe, si quiere saludar, salude y se despida. Ahora bien, no crean que ella es una niña que no saluda, generalmente lo hace con todo el mundo (por eso recalqué que esto pasa con gente nueva) luego saluda feliz y convencida de que ella validó esa interacción y/o relación (si es alguien al que seguirá viendo).
  3. Nunca la obligo a hacer algo que NO QUIERE, sea por MIEDO o por VERGÜENZA o lo que sea. Si no quiere interactuar con algunos niños de su edad, no quiere. Si no quiere subirse a un juego, no quiere. Si no quiere ponerse una peluca, pues no quiere. Si llega a una fiesta infantil y no quiere ir al show, pues no quiere. Está perfecto que no quiera. Es ella escuchándose finalmente.
  4. Nunca permito, que otros tomen iniciativas por más bien intencionadas que  parezcan con mi hija y que afecten mi estilo de crianza. La vez pasada alguien le dijo a Julie: ¨ven, te pongo jueguitos en el celular¨. Yo le dije a esa persona: ¨no, a Julieta le gusta correr, saltar, bailar, conversar, mirar a los ojos, jugar, pintar, imaginar. No me la entretengas conectándola con cosas que la desconectan, por favor.¨ Y es cierto, creo que la única forma de conseguir un mejor conocimiento de uno mismo como ser humano, es en interacción con otros seres humanos, si tengo que priorizar ese tiempo, siempre lo haré.
  5. Siempre conversamos sobre cómo siente su corazón y el mío. Creo que es el diálogo que más me ha costado. ¿Por qué? Porque yo tengo 34 y ella 3. A veces, ella me sale con cosas de una persona mucho mayor que yo (con mucha sabiduría) y a veces me sale con cosas de una personita de su edad y me cuesta adaptarme. Pero poco a poco va descubriendo que escuchar a nuestros corazones, que para mí no es otra cosa que nuestra emocionalidad, debe ser una práctica diaria, una chamba a la que hay que meterle tiempo y cabeza.

La vez pasada una amiga muy querida mía me llamó a decirme que le habían pedido que su hija vaya al psicólogo porque es muy introvertida. Mi respuesta fue: ¨ah ya, ¿y ser extrovertida es el único camino? A lo que voy con este ejemplo, es que la gente le tiene miedo al silencio, a la interacción moderada, a estar con uno mismo, a que un niño en vez de jugar un videojuego se quede observando o hablando solo porque tiene una idea imaginada en la cabeza. Como padres, muchas veces nos toca acompañarlos para que sean simplemente ellos. Escuchándose, mirándose, sintiéndose. Esto será el mejor camino para fortalecer su intuición.

 

 

 

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